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La torre de los siete jorobados de Emilio Carrere

Notas y comentarios a la La novela de un literato

NOTAS Y COMENTARIOS A La novela de un literato de Rafael Cansinos Assens.

Puede conseguir gratuitamente la obra completa en: https://cansinos.com/arca-ediciones/notas-y-comentarios-a-la-novela-de-un-literato

A continuación mostramos un ejemplo de notas de un capítulo dedicado a La torre de los siete jorobados de Emilio Carrere. Las frases en negrita hacen referencia a los textos literales de La novela de un literato que aparecen comentados en este libro de notas.

# Un editor furioso [1918]

Vamos a ver cómo se titula (descubre la primera hoja y lee…) La torre de los siete jorobados…: Esta historia se la cuenta Palomeque a RCA en 1918, presumiblemente cuando ha establecido cierta amistad con él a raíz de la publicación de dos volúmenes de La Nueva Literatura en su sello V. H. Sanz Calleja en el verano de 1917. La primera vez que se publica un fragmento de La torre de los siete jorobados de Emilio Carrere (novela en buena parte redactada por Jesús de Aragón) fue en La Nación el 8 de septiembre de 1918, que continuó publicando fragmentos hasta el 7 de noviembre en que quedaron interrumpidas las entregas. Manuel Palomeque, como propietario de los derechos de autor –con las condiciones leoninas que editores imponían a autores, según nos cuenta repetidamente RCA–, venía publicando en «los folletones de La Nación» algunas novelas en fragmentos que luego comercializaba en forma de libro. Por ejemplo, antes de La torre de los siete jorobados había publicado fragmentos de El pasado de Antonio de Hoyos y Vinent, finalizados el día 24 de agosto de 1918 (impreso en forma de libro por Palomeque en mayo de 1919 en V. H. de Sanz Calleja). En Bibliografía Española, Madrid, noviembre de 1920, p. 112, sale citada la edición de V. H. de Sanz Calleja de La torre de los siete jorobados. Poco antes, en Literatura hispano-americana, Cádiz, n.º 86, septiembre de 1920, p. 4, aparece como recibida La torre los siete jorobados de Emilio Carrere, Madrid, Editorial Mundo Latino (VIII de las Obras Completas).

un novel que se llama Jesús de Aragón: Para conocer más detalles sobre las circunstancias que rodearon a la redacción final de la obra que aparece con la firma de Carrere (que había timado a Palomeque), véase el prólogo de Jesús Palacios a La torre de los siete jorobados, Madrid, Valdemar, 1998, donde hizo una interesante investigación sobre la coautoría de Jesús de Aragón en esta obra. Jesús Palacios comete un error de datación, fácilmente comprensible por la falta de información sobre la época en el momento en el que él hace el estudio. Palacios data en 1924, cuando todo sucedió seis años antes, en 1918. Se puede encontrar en la Red un larguísimo artículo de corte académico (con trasfondo pedantuelo) de Julia María Labrador Ben y Alberto Sánchez Álvarez-Insúa, publicado en 2002 por el CSIC (Rlit, LXIV, 128, 475-503), que pretende corregir algunas interpretaciones y dataciones de Jesús Palacios. Luego, con afán obsesivo, y como los autores habían cometido errores en el primero, publican otro artículo en 2004 (Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XLIV, 929-934) con el título: «Nuevas pruebas documentales acerca de la autoría de La torre...», que también se encuentra en la Red, aportando los folletones de La Nación, que no fueron capaces de localizar antes. Los dos artículos, además de partir de premisas falsarias para acreditar sus supuestas verdades, caen en un error común, frecuente entre investigadores y que hemos constatado en varias ocasiones, que consiste en atribuir a Cansinos Assens afirmaciones o aseveraciones que él no ha realizado. Este tipo de error proviene en buena parte de la costumbre, fácilmente detectable, de leer La novela de un literato a saltos, es decir, con el índice onomástico, y de ignorar las notas a las ediciones y el prólogo del propio Cansinos. Y en este caso, como en otros muchos, Cansinos no dice ni afirma nada; son otros los que están hablando a través de su diario y él se limita a transcribir conversaciones. No hay ningún motivo para dudar de que la conversación con Palomeque sucedió tal y como la cuenta RCA en su diario. Otra cosa distinta es que lo que relata Palomeque sea cierto, que, según la investigación de Jesús Palacios, parece verosímil que lo sea.

Julia María Labrador Ben y Alberto Sánchez Álvarez-Insúa en su afán demostrativo, después de errar de forma notable y manifiesta en su investigación, escogen el camino de devaluar al mensajero, es decir la figura de Rafael Cansinos Assens, con frases como: «Su falso testimonio es tan intolerable como el que un pretendido judío —otra de sus falsedades, pues sólo es judío el hijo de una judía— escribiera en un periódico germanófilo que se editaba gracias a las subvenciones del Káiser.» Sobre el asunto de si Cansinos es judío o no es judío (desde el punto de vista ortodoxo o conservador, que es a lo que se refieren los citados aunque no saben de qué están hablando y solo han oído campanas –católicas–), primero tendrían que haber localizado dónde «pretendió» Rafael Cansinos Assens decirse judío desde el punto de vista ortodoxo, porque están faltando a la verdad. RCA tiene textos publicados donde deja constancia de su no judeidad desde el punto de vista ortodoxo (por ejemplo, y que recuerde ahora, en el capítulo dedicado al entierro de su amigo José Farache en Los judíos en Sefarad o en Las luminarias de Janucá). Aprovecho para dejar constancia de que para ortodoxos y conservadores no son solo judíos los hijos de madre judía. En cuanto a que Cansinos Assens «escribiera en un periódico germanófilo que se editaba gracias a las subvenciones del Káiser» parece que los ínclitos Julia María Labrador Ben y Alberto Sánchez Álvarez-Insúa tampoco saben que hubo dos diarios en España con esa cabecera, La Nación, en el primer tercio del s. XX. Si hubieran leído La novela de un literato mas allá del índice onomástico, lo sabrían y también se hubieran dado cuenta de que Cansinos Assens nunca quiso colaborar en el fundado en 1925 durante la dictadura de Primo de Rivera. Sí lo hizo en la cabecera de 1916, pero lo único que publicó fueron cuentos; ningún artículo de opinión ni de otro tema, entre otras razones porque él trabajaba como periodista en el diario aliadófilo La Correspondencia de España. Y por no saber, la señora Julia María Labrador Ben y el señor Alberto Sánchez Álvarez-Insúa también desconocen que durante la Primera Guerra Mundial los judíos, incluidos los que vivían en España, estaban divididos entre aliadófilos y germanófilos, según su adscripción ideológica, y que los germanófilos que vivían en España tenían a La Nación (la primera, la de 1916-1918) como su diario de referencia, entre ellos el líder de la comunidad judía de aquellos años Ignacio Bauer. Tampoco deben saber cosas como que el diario La Tribuna, donde Cansinos fue siempre muy bien recibido y en el que colaboran todos los jóvenes escritores de ese periodo, era también germanófilo. Y les hubiera convenido enterarse de que el judío Max Nordau llegó a España en 1914 porque la muy aliadófila República de Francia lo expulsó del país por ser ciudadano austriaco. El mundo no es blanco y negro como suponen estos «eruditos» a la violeta.

 

Claves: La torre de los siete jorobados, Emilio Carrere Jesús Palacios, Julia María Labrador Ben, Alberto Sánchez Álvarez-Insúa, torre de los siete jorobados.